A principios de la década de 1960, el gobierno estadounidense puso en marcha un ambicioso proyecto encaminado a desarrollar una tecnología que permitiera sacar provecho de las enormes explosiones que generan las armas nucleares para facilitar así la construcción de obras civiles de gran envergadura. Al plan se le conoció con el nombre de Operación Plowshare.
Durante unos años, creyeron que podrían utilizar bombas atómicas para ampliar el Canal de Panamá, abrir caminos en zonas montañosas con el objeto de construir carreteras, interconectar acuíferos cercanos o incluso crear cuevas subterráneas en las que almacenar agua, gas natural o petróleo.
Una de las primeras propuestas que se puso encima de la mesa fue la creación de un puerto artificial en el Cabo Thompson (Alaska) mediante el uso de varias bombas de hidrógeno. Este proyecto fue finalmente cancelado debido a las quejas de la población autóctona, temerosa ante las consecuencias que podía tener sobre sus vidas una explosión atómica, y a que implicaba un enorme gasto en una infraestructura de dudosa rentabilidad económica.
Años después, las miras se pusieron en el Yucca Flat, un emplazamiento desértico situado en el condado de Nye (Nevada) que desde 1951 venía utilizando el Departamento de Energía estadounidense para llevar a cabo pruebas nucleares, y finalmente el 6 de julio de 1962 se hizo explosionar allí una bomba de 104 kilotones. Fue el conocido como test Sedan.
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